Proféticamente hablando, los últimos meses de 2015 son muy significativos, pues el 28 de septiembre se dará el último de cuatro eclipses lunares que coinciden con fiesta judía. Se les llama "tétrada de lunas de sangre" pues en ellos la luna se torna color de rojo.
La coincidencia de cuatro lunas rojas con fiestas judías es verdaderamente excepcional, y siempre con ellas ha sucedido algún acontecimiento histórico de importancia para Israel y para el mundo entero. Lunas rojas tétradas coincidieron con la expulsión de los judíos de España, y en 1948, cuando éstos volvieron a la Tierra prometida y se refundó el Estado de Israel en Palestina, y también en la guerra de los seis días.
En 2014, la primera luna de sangre fue el 15 de abril, coincidiendo con la Pascua judía; la segunda fue el 8 de octubre de 2014, coincidiendo con la fiesta de los Tabernáculos; la tercera fue el 4 de abril de 2015, coincidiendo nuevamente con la Pascua; y la cuarta luna roja será el próximo 28 de septiembre de 2015, concordando nuevamente con la fiesta de los Tabernáculos. En medio de las cuatro lunas de sangre, hubo un eclipse solar que coincidió con el inicio del año judío, día 29 de Adarkjj (20 de marzo de 2015). Esto es verdaderamente excepcional.
Las siete fiestas que celebran los judíos, prescritas por Moisés, son sublimadas y llevadas a sentido pleno por Jesucristo. Las cuatro primeras fiestas se celebran en primavera, y ya adquirieron su significado salvífico total. Las tres restantes se celebran en el otoño, y están aún por adquirir su sentido de compleción soteriológica mediante tres hechos futuros por parte de Dios.
A la pascua judía en Egipto (Pesach), Jesús le dio su sentido pleno el Jueves Santo, con la institución de la Eucaristía, en la que celebró su propia Pascua, la entrega voluntaria e incondicional de su vida a los hombres para que obtuviéramos la liberación del pecado y de la muerte: "Ardientemente he deseado comer esta pascua con ustedes antes de padecer, y no la volveré comer hasta que tenga su cumplimiento pleno en el Reino de Dios" (Lc 22, 7).
La fiesta judía de los panes ácimos (Matzot) que se celebra el sábado siguiente de la Pascua, adquirió su sentido pleno con el entierro de Jesucristo y su descanso en el sepulcro, el Sábado Santo.
La tercera fiesta, llamada de los primeros frutos (Bikkurim), que se celebra al día siguiente del Shabat, encontró su plenitud salvífica el Domingo de Resurrección, ofreciendo Jesucristo el fruto de la redención a todos los hombres.
La fiesta de la cosecha (Shevuot), que celebran los judíos a los cincuenta días de la fiesta de los primeros frutos, se iluminó divinamente con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, enviado por Jesucristo a los discípulos cincuenta días después de su Resurrección.
Están todavía por adquirir su sentido pleno las tres fiestas judías que se celebran en el otoño.
La primera de ellas es la fiesta de las trompetas (Rosh Hashana), la cual adquirirá su sentido pleno con el "Rapto de los Santos" o "Arrebato de los Fieles" descrito por San Pablo.
El Arrebato, o Rapto de los fieles, es la traslación física, acompañada de un proceso de transformación, de quienes ya hayan alcanzado su plena santificación en Cristo. El Rapto es simultáneo al gran terremoto en que resucitarán los difuntos santos del Nuevo Testamento.
El Rapto y resurrección de los santos son acontecimientos profetizados por San Pablo: "Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel y al son de la trompeta, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos para siempre con el Señor" (I Tes 4, 16).
Y añade: "No todos moriremos, pero todos seremos transformados. En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene el último toque de trompeta. Porque sonará la trompeta y los muertos serán resucitados para no volver a morir y nosotros seremos transformados" (